Juan Pablo Moltisanti debutará como director musical de la Vendimia

El responsable del ensamble de músicos ya se encuentra trabajando en los ensayos de lo que será Sinfonía azul para el Vino Nuevo.

La edición 2020 de nuestra Fiesta Grande cuenta con la dirección general de Rafael “Golondrina” Ruiz y la dirección musical de Juan Pablo Moltisanti. Veremos más de mil artistas en escena, entre músicos, bailarines, actores y figurantes, en una puesta impactante.

El pianista, director y arreglador de diferentes agrupaciones musicales y corales, quien fue convocado por Golondrina Ruiz para ser el director musical del espectáculo, debutará en ese rol. Al respecto comenta: “Es un honor, un placer, una situación bastante sorprendente y muy emotiva para mí, porque siempre me gusto la Vendimia, siempre he ido a las fiestas, ha sido un evento que me ha llamado la atención, desde muy chico y ahora estar dirigiendo la Central y debutando de esa manera es impagable. Uno mira para atrás y ve lo que ha hecho en su vida y no lo puede creer”.

Este año, la música es fundamental dentro de la historia, la música es parte del guión, como el mismo nombre así lo indica. Por eso, también, se permitió ampliar el cupo de músicos, integrado por 64 artistas, a quienes se sumará la participación de la murga El Remolino.

En cuanto al repertorio elegido, está compuesto por con un gran porcentaje de canciones originales que han sido creadas para la fiesta, canciones inéditas de compositores mendocinos y temas tradicionales de autores como Pepe Sánchez o Walter Sabatini, personas que han aportado mucho a nuestra cultura.

Ante este panorama, Moltisanti convocó a sus colegas Rubén Martínez, Diego Flores, Lorena Miranda, Walter Anselmi y Juan Manuel Ojeda. “Son personas que le han aportado a esta Vendimia mucho de nosotros, mucho de Mendoza, música propia y original y le da mucha personalidad, que la hace única e irrepetible”, remarcó.

El resto del ensamble se conformó con los artistas seleccionados en los habituales llamados a concurso vendimiales, que fueron producto de la relevancia que, año a año, ha cobrado la música en vivo de la Fiesta y que requirió de mayor profesionalización y un nueva reglamentación que encuadrara la conformación del ensamble.

“Haber encontrado un grupo humano de músicos tan lindos, donde realmente ese nerviosismo de estar parado delante de mucha gente desaparece, hace que sienta más placer, porque veo amigos, conocidos o gente con la cual tengo muy buen trato, respeto mutuo, admiración y hace que el trabajo sea mucho más llevadero”, afirmó el joven director.

Una novedad que se destacará en esta Vendimia es que se ha buscado en la puesta de escena una forma para que todos los músicos se luzcan y tengan mayor visibilidad para el público.

Asimismo, el evento amerita contar con artistas de gran personalidad y con amplia experiencia, que se conjuga con la avidez de las nuevas generaciones de grandes músicos que tiene la provincia. En este sentido, el trabajo de Moltisanti ha logrado una simbiosis, donde las diferencias generacionales enriquecen la propuesta, logrando conformar un grupo excepcional de artistas.

“Todo el concepto de la fiesta tiene un perfil muy fílmico, de música de películas, aun así, los temas folklóricos tienen ese tratamiento musical y eso hace que la música logre un impacto en el público, que se emocione, que guste, que sorprenda, con el desafío de mostrar la nota azul”, relata el artista, anticipando lo que, seguramente, sea uno mas de los puntos memorables que deje esta nueva puesta en escena de Vendimia.

La cuenta regresiva comenzó para que todos los mendocinos y turistas disfruten de Sinfonía azul para el vino nuevo, el 7, 8 y 9 de marzo, en el Teatro Griego Frank Romero Day.

La nota azul

En el siglo XIX, Frédéric Chopin, el virtuoso pianista y compositor polaco, bautizó con el nombre de Nota Azul a un estado supremo de éxtasis, que la música produce en cierto momento de su ejecución, creando una indescriptible sensación de bienestar y nostalgia.

Numerosos estudios posteriores a esta aseveración determinan que la nota azul no es una tecla del piano, ni la cuerda de un instrumento, ni las cuerdas vocales, sino un punto que, por tempo, o por la vulneración a las reglas de la armonía, hace escuchar algo nunca oído: lo inaudito.

Ese algo, ciertamente sublime, nos procura lo más íntimo, lo más genuino de todo cuanto hay a nuestro alrededor, la sustancia más límpida de cuanto fue y de cuanto es, haciendo oír algo indescifrable; y abriendo, en consecuencia, un espacio más allá del sentido: un auténtico asombro estético y profundo que nos desconecta de la lógica y nos abre un infinito universo de respuestas a tantos otros interrogantes.

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